Fabián Acosta Rico
Otro presidente sudamericano que en su momento fue calificado también de populista de izquierda, es Rafael Correa, de Ecuador, quien guardó durante su mandato una postura conciliadora con la Iglesia y con las posiciones sociales y éticas por ella defendidas.
Correa no incurrió en un mesianismo populista de tintes cristianos como Chávez para consolidar su liderazgo. Ciertamente, a los creyentes católicos incomodan este tipo de líderes carismáticos pues se afirman elegidos y dirigidos por la Providencia; y menos se confrontó con la fe católica y con el cristianismo en general como Evo Morales; por el contrario se condujo, en su ejercicio del poder, como un hombre que no ocultaba sus convicciones y su fe cristiana y expuso, sin ninguna autocensura, su afinidad con el Papa Francisco en temas como el aborto y la defensa de la familia.
A principios del 2013, el Pontífice lo recibió en audiencia privada y platicaron con toda empatía acerca del papel que desempeña la Iglesia en su país y del valor de la solidaridad y la justicia social (AciPrensa, 2013).
Correa se salió del estereotipo del político izquierda; y siguiendo el rumbo que le marcan sus convicciones cristianas, cuestionó e hizo manifiesto su desacuerdo con la denominada ideología de género. En el mismo año que tuvo su entrevista con el Papa Francisco, en un mitin celebrado el 28 de diciembre, criticó abiertamente dicha ideología y señaló que ésta no resiste el menor análisis y advirtió que dicho posicionamiento político y ético va encaminado a la destrucción de la familia, dejando en claro que su defensa de esta milenaria institución nada tiene ver con ser de izquierda o derecha, sino que es una cuestión moral (AciPrensa R. , 2014).
Al referirse al feminismo, argumentó que está de acuerdo con él en lo tocante a su lucha por la igualdad de derechos; pero advirtió que dicha corriente ha incurrido en excesos o fundamentalismos a los que no dudó en calificar de absurdos: “Ya no es igualdad de derechos, sino igualdad en todos los aspectos, que los hombres parezcan mujeres y las mujeres hombres. ¡Ya basta!” (AciPrensa R. , 2014).
Vio como preocupante que las ideas rotuladas por esta ideología sean asumidas por sus defensores con dogmatismo y que centrados en la certeza de poseer una verdad irrebatible intenten imponerla a los demás a través de la política y de la educación.
Para Correa, el punto más criticable de la ideología de género, es el enseñar que no existen, en un sentido natural, el hombre y la mujer; y que el sexo biológico no lo determina la naturaleza. El ex presidente de Ecuador ha sido un defensor de la igualdad de derechos entre ambos sexos; pero calificó de inadmisible decantarse por un igualitarismo esmerado, en decir que ser hombre o mujer es una cuestión meramente cultural y social; incluso para remarcar estas afirmaciones apeló a Dios diciendo que gracias a Él, hombres y mujeres son diferentes y complementarios; sin que por ello se intente imponer estereotipos. Sin embargo reconoció que es bueno que una mujer guarde mantendiendo sus rasgos femeninos y el hombre haga lo propio con los masculinos: “Yo prefiero la mujer que parece mujer, y creo que las mujeres prefieren los hombres que parecemos hombres” (AciPrensa R. , 2014).
Siendo Correa presidente, hizo manifiestas sus afinidades con la Iglesia en tópicos como la defensa de la familia; y marcó aún más su cercanía con ella, al no consentir que se le diera reconocimiento jurídico a los matrimonios entre personas del mismo sexo, ni transigir con el aborto como un derecho de toda mujer a decidir sobre su cuerpo. Sabiendo que su postura resultaba escandalosa e impropia de un mandatario de izquierda, dijo en su descargo que él se apoyaba en el sentido común y en sus principios ético-morales.