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Para los que hemos sido víctimas de un asalto violento, a mano armada, para llevarse nuestro automóvil, así como para miles de personas que han experimentado en carne propia algún delito, algunos mucho más graves, los datos que nos indican las autoridades de que ha disminuido la percepción de inseguridad, no nos resuelve nada.
Como lo dijo el Arzobispo de Guadalajara, Cardenal José Francisco Robles, “aunque las estadísticas señalen que hay una baja en diversos delitos, la realidad es otra…

A quienes tenemos que salir a la calle, los números no nos dan garantía, no nos dan seguridad… Lo que nos daría tranquilidad es un plan que estuviera funcionando en prevenir y obtener resultados para aplicar la justicia”.

Cuando te estás bajando de tu automóvil y llegan dos jóvenes con pistola en mano, amenazándote, apuntándote con el arma, ofendiendo con un ramillete variado y sofisticado de ‘malas palabras’, etc., no tienes ninguna otra opción que hacer lo que te digan, a no ser que te arriesgues a que sucedan cosas peores… Los datos triunfalistas no funcionaron.
Añadía el purpurado que “esto es muy grave porque se han robado el espacio que las familias deberían tener para una sana convivencia…, ya no se puede salir con libertad y confianza, estamos siempre preocupados por los seres queridos que salen a trabajar, por los jóvenes que salen a estudiar; en fin,
esto no hace bien a la sociedad”.
En efecto, a quienes hemos sido víctimas de algún delito, no solo se pierde el objeto robado, sino que se arrebata la tranquilidad por mucho tiempo, se acrecienta el disgusto con las autoridades por sus cifras alegres, y peor si el perjudicado se encuentra con funcionarios que hacen más pesado el evento,
re-victimizándolo, pidiéndole dinero para que avance el caso, y hasta sembrando ‘evidencias’ para complicarlo; el coraje aumenta por la impotencia que se padece.

Dan ganas de volver a la ‘seguridad’ de la ley de la selva, donde sobrevive el más fuerte, pero en condiciones parejas para todos, sin autoridades que compliquen la existencia.

Por eso, cuando leemos que “la percepción de seguridad en Jalisco alcanzó una mejoría sustancial con relación al último año”, lo pensamos más como una estrategia electoral o de otra índole, que otra cosa, incluso aunque “así lo refleja la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) del INEGI”.
Y resaltan: “Datos de la medición más reciente, muestran como (sic) en promedio, la entidad se ubica por debajo de la media nacional con el 64.9 por ciento, mientras que la percepción de inseguridad en el
país es del 67.4 por ciento”. La realidad contradice la percepción.
Pero si queremos –incluso- hablar de números, “Jalisco cómo vamos” nos dice que, en lo que se refiere –en particular– al robo de vehículos, este delito aumentó en el primer trimestre de 2022; la variación de la tasa fue de 2.49”. Y nos indica que este atraco “continúa concentrándose en los municipios del Área Metropolitana de Guadalajara. También hubo más carpetas de investigación”, que sumaron, en el mismo periodo, 2 mil 998.
Ahora entendemos, pues, por qué muchas personas buscan hacer su propia justicia, al estilo de la selva.

@arquimedios_gdl

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