Pbro. Antonio Larios Suarez,
Sección de Pastoral de Educación y Cultura
Ya hemos sabido lo difícil que resultaba entender y también aceptar la Independencia. A mucha gente ni se le había ocurrido, había dudas, temores, incertidumbre; habían pasado trescientos años de ser parte del imperio español, ¿qué tan bueno era separarse? A la mejor la gente ni se preguntaba sobre si estaba o no preparada para dar ese paso, ni quienes entonces tomarían las riendas de la nueva organización que resultase.
El reto que supuso
Había líderes que desde 1810 y hasta antes, habían comenzado a ver esa posibilidad, pero que toda la gente la aceptara era más difícil y complicado. Por esos años Guadalajara era la cabeza de un territorio que recibió el nombre de “intendencia”, un territorio más pequeño que el que había tenido cuando era “audiencia”. Subdividir esas anteriores audiencias había sido una solución para facilitar la administración de tan grandes territorios, de todos modos la “intendencia” abarcaba todo Jalisco, Nayarit, Colima y parte de Aguascalientes, pero ¿Cómo lograr que la mayor cantidad posible de personas aprobaran ahora la Independencia?
Al amparo de la Madre
Se hacía necesario el apoyo de la religión, y de toda la Iglesia y de sus líderes, en este caso, el Obispo de Guadalajara, el muy ilustre señor Juan Cruz Ruiz de Cabañas y Crespo, que persuadido de la seriedad del movimiento liderado por Iturbide, dio su apoyo, pero no bastaba. La coincidencia providencial de que se declarara la Independencia de la intendencia de Guadalajara justo el día que iniciaba su visita anual la venerada imagen de la Virgen de Zapopan, dio al movimiento de Independencia el apoyo definitivo y decisivo.
Si la Virgen era la bandera de la Independencia, entonces no había que temer, había que dar ese paso, arriesgarse a entrar en el futuro, pero sin renegar de las propias raíces, para ello la Virgen de Zapopan era garantía para ese futuro que estaba naciendo y garantía de conservación de las raíces, pues ella había estado también presente cuando todo esto que somos ahora estaba comenzando allá por el año de 1530.
La incipiente Perla Tapatía
En esos años Guadalajara era una ciudad pequeña que no llegaba a los cincuenta mil habitantes, pero había adquirido una notable prosperidad y un crecimiento sostenido. Importantes inversionistas, comerciantes y profesionistas le daban lustre, casi todos los conventos tenían escuelas para niños pobres, en tanto que algunos monasterios dirigían escuelas para niñas. Los pueblos de Analco y Mexicaltzingo ya eran barrios de la ciudad, y pronto lo sería el pueblo de Mezquitán.

Con la llegada de la Virgen, se pusieron los cimientos de la nación
La Imagen de la Santísima Virgen de Zapopan solía pasar diez días en los principales templos de la ciudad, y tres en los de menor población, donde se le ofrendaban triduos o novenarios solemnes y festivos, debido a que todavía el número de iglesias era poco. Y la tarde en que pasaba la Virgen de un templo a otro, el barrio se vestía de fiesta y regocijo, en tanto la solemne procesión avanzaba por las calles empavesadas. Para estos festejos se preparaba Guadalajara en junio de 1821 cuando llegó también la Independencia.
Los hechos se sucedieron uno tras otro, la Independencia se proclamaría el 13 de junio, el Ejército realista huye con todas sus autoridades. Nace un nuevo Estado, la Virgen lo ampara, lo que sigue es dejar testimonio de los hechos y para hacerlo, viene la iniciativa brillante y oportuna del ayuntamiento tapatío, que se hace portavoz del clamor popular, la Virgen se ha mostrado nuestra Generala, y debe serlo oficialmente.
Revestida de autoridad y mando
Comienzan los preparativos, todo ha de ser de la mejor calidad, el bastón generalicio debe fabricarse en oro, el fajín y la banda han de bordarse con los mejores materiales; establecerse el sueldo que recibirá la Virgen como generala del ejército, los honores que se le han de dar cuando entre o salga de la ciudad, los compromisos que el Ejército adquiere con este nombramiento, y sobre todo, la mejor fecha para proceder a tan importante jura.
Se fijó el día 15 de septiembre. Por la mañana se llevaría la venerada imagen desde el templo donde estuviera de visita a la Iglesia Catedral, donde por las manos del señor Obispo Juan Cruz Ruiz de Cabañas, el Ejército y todo el pueblo la declararían Generala de Armas.
Un destacamento militar la recibiría a las afueras de la Catedral disparando salvas de honor en el momento de llegar el carruaje, y lo habría de hacer cada vez que la Virgen llegase a la ciudad y entrase a la Catedral, estableciéndose además, que en delante dicho generalato debería celebrarse cada año en la misma Catedral, tal y como se hizo hasta que las leyes de Reforma separaron a la Iglesia del Estado.
La identidad jalisciense y tapatía
Fueron aquellos días de júbilo y fervor nacionalista, el temor y las dudas se disiparon, nuevamente la Virgen de Zapopan daba fortaleza a su pueblo para acometer los mayores retos sin violencia ni altercados, quedaba clara y bien expresada la voluntad del pueblo de nacer como una entidad autónoma y libre, asegurando que incorporarse a un nuevo país no supondría perder la propia identidad aquilatada por casi trescientos años de trabajo y de esfuerzo.
Apenas unos días después de aquel memorable 15 de septiembre de 1821, la Independencia se proclamó igualmente en la Ciudad de México, con lo cual, la antigua Nueva España dejaba de existir y dando paso al nacimiento de un nuevo país.
Los acontecimientos posteriores mostraron que bien puesto le quedó a la Virgen este nuevo título, pues la Iglesia de Guadalajara ya desde 1829 se constituirá en el paladín de la defensa de los derechos y libertades de la comunidad cristiana ante los primeros indicios que presagiaban un futuro lamentable para el naciente país.
Hoy con orgullo celebramos el bicentenario del Generalato de la Virgen de Zapopan.
200 años como Generala del Ejército Insurgente
1821 – 2021
Para conmemorar esta efeméride, celebrando a la Patrona de la Arquidiócesis de Guadalajara, la Virgen de Zapopan, la Catedral Metropolitana ha organizado un novenario festivo.
Las Misas con predicación especial se celebrarán del 6 al 14 de septiembre.
Entre los temas del novenario destacan: El compromiso social cristiano, La presencia permanente de la Virgen de Zapopan en nuestra historia, significado del Generalato, entre otros.
Además, el 15 de septiembre, en punto de las 11 de la mañana se realizará un acto cívico en la Plaza frente a la Catedral. Mientras que a las 12 del mediodía se celebrará la solemne concelebración Eucarística del Bicentenario del Generalato de Nuestra Señora de Zapopan. Preside la Eucaristía Mons. Juan Manuel Muñoz Curiel, presidente de la Sección Diocesana de Pastoral de Educación y Cultura.

Transmisiones en vivo:
- Prensa Arzobispado de Guadalajara
- Virgen de Zapopan, Educación y Cultura – Sedipec