Querida Lupita:
Necesito saber qué hacer ya que mi esposo se transforma cada vez que toma. Se vuelve violento y nos agrede con palabras a sus hijos y a mí. Los niños están creciendo y noto que se asustan mucho, ellos tienen 4 y 2 años. No quiero que crezcan en este ambiente.
Alma de Ma. R.
Hermana mía, Alma:
Cada hogar debe conformarse totalmente libre de violencia. Todos los esfuerzos que hagamos por crear ambientes armónicos, llenos de respeto, deben alentarse y sostenerse.
La ciencia ha comprobado los efectos dramáticos que ocurren en nuestro cerebro cuando nos han sometido a palabras y tratos ofensivos. Si gritamos o humillamos a nuestros hijos, estamos ejerciendo sobre ellos lo que se conoce como abuso verbal. Estas son sus consecuencias:
- El daño cerebral que se produce cuando eres abusado físicamente es el mismo que se produce en el abuso verbal.
- La agresión verbal cambia la estructura de desarrollo del cerebro, lo perjudica.
- Si los padres humillan, son fríos, o destruyen verbalmente a sus hijos, no borrarán el daño causado.
- Algunas consecuencias del maltrato verbal que les acompañarán siempre: depresión, ansiedad, pensamientos suicidas, auto destrucción y auto crítica.
Es nuestro deber como padres, educar a nuestros hijos con amor y en un entorno de paz. Si una adicción o cualquier otra causa, nos lleva a lastimarlos, debemos erradicarla por completo. El padre alcohólico debe buscar ayuda y la madre velará por el bienestar e integridad de sus hijos, protegiéndolos del padre agresor con ayuda de familiares, amigos y expertos. Si es necesario, la separación física del cónyuge agresor, es un medio lícito para encontrar soluciones. Dios quiere el bien de todos sus hijos, especialmente de los más vulnerables.
Oremos por todos aquellos que practican el abuso verbal y físico, para que encuentren la red de apoyo por la que saldrán de su problema y dejarán de hacer tanto daño (a otros y a sí mismos). En esta vida hay que dejar huellas y no cicatrices.
Si tú has maltratado a tus hijos, recuerda: Sea quitada de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritos, maledicencia, así como toda malicia (Efe. 4, 31). ¡Busca ayuda!
Por cada gota de dulzura que alguien da, hay una gota menos de amargura en el océano del mundo (Santa Teresa de Calcuta).
Lupita Venegas/Psicóloga
Facebook: lupitavenegas