Pbro. Adrián Ramos Ruelas
“Alégrense y regocíjense” (Mt 5,12), nos dice San Mateo, apóstol y evangelista al final del texto de las bienaventuranzas. La alegría y el gozo de la santidad son el culmen de una vida de seguimiento fiel al Señor de quien ha entendido el contraste entre la nueva ley del amor y los criterios del mundo.
Mateo (Leví), hijo de Alfeo, vivió en Cafarnaún, en el lago de Galilea. Fue un publicano, un colector de impuestos para los romanos. Cuando Jesús lo vio en la mesa de recaudación lo llama en su seguimiento. De este relato evangélico y de una homilía de San Beda el Venerable, el Papa Francisco obtiene el lema de su escudo pontifical: “miserando atque eligendo” (le miró con sentimiento de amor y lo eligió).
El primero de los evangelistas
Después de la ascensión del Señor, San Mateo predicó varios años en Judea y en los países cercanos hasta la dispersión de los apóstoles. Poco antes de esta dispersión escribe su Evangelio, siendo el primero de los cuatro, tal como lo atestigua Papías, obispo de Hierápolis, el cual es citado en la Historia Eclesiástica por Eusebio: “Mateo ordenó (compuso) las palabras (logia) del Señor en lengua hebrea, y cada uno las interpretó (tradujo) luego como pudo”. Su Evangelio fue escrito en arameo y dirigido sobre todo a los judíos. El Apóstol San Bartolomé llevó una copia a la India y la dejó ahí.
Según varias fuentes apócrifas, fue a predicar entre los partos y los persas, pero sobre todo en Etiopía. Fue muerto a filo de espada cuando estaba orando al pie del altar después de misa, lo cual le vale otro de los atributos de su iconografía: la espada.
San Mateo, en cuanto evangelista, es representado con un libro o rollo. Por comenzar a narrar la genealogía humana de Jesús, a Mateo se le representa con un “rostro humano”, un hombre alado, simbolismo fijado por San Jerónimo.
La liturgia destaca en su día el tema de la misericordia.
Es patrono de los banqueros, y su fiesta se celebra el 21 de septiembre.
¿Qué podemos aprender de él?
- Su conversión, que fue iniciativa divina. Al ser mirado con amor y sentirse elegido, Mateo sigue generosamente al Maestro.
- Su fidelidad. Dio testimonio supremo de Cristo con el martirio.
- Su ingenio. Se dio a la tarea de recopilar los dichos y hechos de Jesús y los puso por escrito en un maravilloso evangelio.