Si el año 2020 fue difícil, el 2021 será también complicado.
Juan Carlos Núñez Bustillos
juanlos@gmail.com
El coronavirus no sabe de calendarios ni respeta los periodos que nos damos los humanos. Mucha gente piensa que con el fin del año terminan también sus calamidades. Las recientes noticias y discursos que hablan sobre la luz al final del túnel pueden generar falsas esperanzas y un descuido todavía mayor al que hemos tenido. Por ello se hace necesario no asumir que el peligro ha pasado. Actuar con responsabilidad es la única manera de enfrentar con mayor seguridad los retos que vienen.
Si bien es cierto que las vacunas se han desarrollado con rapidez, también lo es que falta mucho tiempo para que éstas realmente surtan efecto en la mayor parte de la población. En el mejor de los casos esto ocurrirá hasta el final del 2021. Y eso si se cumplen los mejores escenarios. Por esta razón, será imprescindible mantener e incluso incrementar las medidas sanitarias durante todavía muchos meses.
El sistema sanitario ya estaba contagiado
En lo social los retos son enormes. El primero es el de la salud. La pandemia llegó a México en un momento en que el sistema sanitario se encontraba ya en graves problemas. Antes incluso de la llegada del virus, los niños enfermos de cáncer sufrían la falta de medicamentos y muchas personas se habían visto afectadas con el desmantelamiento del seguro popular.
Las autoridades federales han dicho, con razón, que recibieron un sistema sanitario en “ruinas”. No han logrado reconstruirlo y la pandemia lo hace todavía mucho más difícil. La saturación de los hospitales por los enfermos de covid-19, genera también que se descuiden a los enfermos de otros padecimientos. Esta situación continuará.
El rubro de la educación no está mejor
La educación ha supuesto otro gran reto. En el mejor de los casos, los cursos se han trasladado a la modalidad en línea, pero el acceso a estos recursos es privilegio solamente de algunos.
Se calcula que por causa de la pandemia cerca de 10 millones de niños en el mundo abandonaron la escuela.
Nuestro país no es ajeno a esta situación. La organización Mexicanos Contra la Corrupción dio a conocer un estudio que revela que, en los municipios más pobres de Chiapas, 45 por ciento de los alumnos dejaron sus clases.
Retornar a las aulas es un enorme desafío. Uno de los principales obstáculos consiste en que las clases implican la reunión de personas y esta es uno de los mayores factores de contagio. En la mayoría de los planteles educativos la infraestructura es insuficiente para albergar con seguridad a los estudiantes.
Por otro lado, es claro que la función de la escuela no es sólo la transmisión de conocimientos, sino los aprendizajes sociales que se dan en la interacción con los otros.
Ahí está el enorme desafío. Por una parte, la necesidad imperante de retomar los procesos escolares. Por la otra, el riesgo de generar focos de infección en uno de los peores momentos de la pandemia.
La pandemia sacó lo peor de nosotros
El confinamiento en los hogares también ha incrementado la violencia intrafamiliar. Las mujeres y los niños son las principales víctimas. Tampoco ha habido maneras de atender eficazmente a esta situación.
En todos los ámbitos la pandemia rebasa a las autoridades. La propia magnitud del fenómeno aunada a los errores que se han cometido en su manejo y a la irresponsabilidad de miles de ciudadanos que no se cuidan ni cuidan a los demás, nos colocan en un momento de máximo riesgo que acrecienta los desafíos.
No estamos al final del túnel. Reconocerlo es el primer paso para hacer cara a la situación. El segundo, es asumir la responsabilidad de cuidarnos y cuidar a los demás. Sin ello, el 2021 será un año también muy difícil.