Nos enseñan a aprender del Maestro una vida de sencillez y humildad.

Pbro. Adrián Ramos Ruelas
Grande ha sido la contribución de las mujeres santas a la espiritualidad cristiana.
Hasta antes de 1970 sólo hablábamos de santos Padres y Doctores de la Iglesia. Desde esa fecha, la Iglesia cuenta ya con cuatro Doctoras.
Gracias a san Pablo VI, santa Catalina de Siena, de la familia religiosa dominica y santa Teresa de Jesús, del Carmelo, dos grandes místicas de la espiritualidad cristiana, fueron reconocidas por sus aportes y profunda espiritualidad como Doctoras de la Iglesia.
A ellas se han agregado santa Teresita, la también carmelita descalza, santa Teresita del Niño Jesús (1997), reconocida Doctora por el Papa San Juan Pablo II y santa Hildegarda de Bingen, en 2012, declarada así por el Papa Benedicto XVI.
Para que alguien sea reconocido Doctor de la Iglesia debe reunir las siguientes características:
- Ortodoxia de doctrina
- Santidad de vida
- Aprobación eclesiástica
- Erudición eminente
- Expresa declaración de la Iglesia
Veamos, de manera general, algunos de sus aportes:
- SANTA HILDEGARD DE BINGEN (1098-1179) Fue, sin duda, una de las mujeres más excepcionales de la Edad Media. Abadesa alemana, dedicó su vida a la oración, la mística, la ciencia, la música. Asesoró a Papas y emperadores.
- SANTA CATALINA DE SIENA (1347-1380) Patrona de Italia, junto a san Francisco de Asís. Tuvo visiones muy tempranas y se negó a cumplir la voluntad paterna de contraer matrimonio.
Con dieciocho años de edad, tomaba el hábito de la orden Tercera de Santo Domingo, y desde entonces se dedicaría a la oración y a experimentar visiones y momentos místicos.
3) SANTA TERESA DE JESÚS (1515-1582) Fundadora de las Carmelitas Descalzas. Sus obras místicas El camino de Perfección o El castillo interior pronto se convirtieron en referente y aún hoy siguen siendo obras leídas por miles de personas en todo el mundo.
4) SANTA TERESA DE LISIEUX (1873-1897) Conocida también como santa Teresa del Niño Jesús, esta mística francesa es la patrona universal de las misiones. A ella se atribuye el famoso “Caminito” de santidad, el camino de la pequeñez, de la infancia espiritual. Su frase era “en el corazón de la Iglesia yo quiero ser el amor”.
ENSEÑANZAS:
- Su profunda vida espiritual nos inspira ir al encuentro con Dios por medio de la oración y la contemplación.
- Dóciles al Espíritu Santo, aprovecharon los dones y carismas recibidos de Dios para provecho de muchos.
- Han sido maestras de la fe. Nos enseñan a aprender del Maestro una vida de sencillez y humildad.