El amor cristiano revela aquí su más alta y exigente dimensión al invitarnos a superar los límites de la mera «justicia» para elevarnos a la inalcanzable imitación del Padre celestial, que nos ama sin distinciones ni medidas. El ejercicio de la caridad evangélica no es algo fácil y requiere un verdadero heroísmo.
"En la Iglesia tenemos urgente necesidad de una comunicación que inflame los corazones, sea bálsamo en las heridas e ilumine el camino de nuestros hermanos y hermanas"