
Desde el Corazón
LUPITA:
Tengo solo 3 años de casada. Al principio todo iba bien, nos divertíamos juntos. Pero se acabó. Él es muy egoísta. Todos me aconsejan que me separe porque hay mucha inmadurez de parte de los dos. Lo hemos pensado pero nos queremos. Nos casamos por la Iglesia pero la mera verdad es que al salir del templo, dejamos a Dios ahí.
Blanca L.
HERMANA MÍA, BLANCA:
Dios quiere matrimonios felices. Para conseguirlo no debemos hacer lo que queremos sino lo que conviene. La madurez humana implica que somos capaces de medir las consecuencias de nuestros actos y elegir libremente realizar lo que nos hace crecer, lo que nos redituará la felicidad anhelada, aunque requiera un esfuerzo sobrehumano al principio.
Si ustedes dos se quieren, solo necesitan un poco de buena voluntad y herramientas adecuadas para reparar lo que se ha dañado.
Si lo que han construido juntos no te gusta, ¡haz algo diferente!
Diversas encuestas nos revelan estos hábitos que desarrollan las parejas felices:
- Tienen una actitud positiva ante la vida, viven el día a día con gratitud.
- Se aceptan uno al otro, no intentan que el otro cambie para ajustarlo a las propias necesidades y gustos.
- Cuando uno ofende al otro, realiza cuanto antes algún acto de desagravio. Un ¿me perdonas?, o prepararle un rico café o té, un dulce, una tarjeta, un juego, algo que provoque risa…
- Procuran tener momentos compartidos que puedan disfrutar. Cuando ambos trabajan mucho puede perderse esto que es vital para mantener vivo el amor, así que se dan sus espacios por convicción.
- Se respetan. No hablan mal el uno del otro, ni con otros ni entre sí, no se permiten alimentar pensamientos de rabia, rencor o resentimiento. Procuran comprender y disculpar antes que condenar.
- Realizan actos de servicio solo para hacer feliz al otro, no es algo que tengan obligación de hacer pero lo realizan con gusto.
Tienes un llamado en el corazón para regresar a Dios. Acércate a la iglesia, empieza por adorar al Santísimo Sacramento. Visítale y platícale. Él te irá revelando con suavidad su plan. Quiere que ames más, que no tengas miedo de hacerlo. Dice San Josemaría:
Amar es no albergar más que un solo pensamiento, vivir para la persona amada, no pertenecerse, estar sometido venturosa y libremente, con el alma y el corazón, a una voluntad ajena y a la vez propia.
Lupita Venegas/Psicóloga
Facebook: lupitavenegasoficial