Ángel Eduardo López Orozco (2° de Teología)
Ante la pandemia que amenaza nuestro país desde principios del mes pasado, esta Semana Santa ha debido volverse un poco diferente a las demás que hemos vivido, puesto que nos hemos visto obligados a recluirnos en nuestras casas. Podremos preguntarnos, ¿cómo podemos vivir esta Semana Santa en casa? La respuesta es vivir una Semana Santa en familia, enseñando a los pequeños qué es lo que celebramos en estos días y mostrándoles en familia cómo vivimos lo que celebramos.
El Jueves Santo celebramos la Última Cena de Nuestro Señor donde Él nos dejó tres grandes regalos: la Santa Eucaristía, el Orden Sagrado y el mandamiento del amor. Podemos enseñarle a los niños a amar y a agradecer a los sacerdotes que les dieron el don del Santo Bautismo, o el don de recibir por primera vez el Cuerpo de Cristo; es decir, enseñarles a agradecer a Dios por la entrega amorosa de estos sacerdotes.
Si no nos es posible asistir presencialmente a los Sagrados Oficios, podemos hacer todos juntos un momento de oración en familia para agradecer a Dios el amor de la familia y pedir por el eterno descanso de aquellos que ya han partido.
El Viernes Santo es igualmente un día muy importante para los niños. Hablemos con ellos sobre la importancia de la muerte de Jesús en la Cruz. Tengamos delante de nosotros alguna una pequeña imagen del Crucificado que nos ayude a profundizar en este misterio del amor mediante el rezo del Viacrucis. Expliquemos a los niños en forma sencilla lo que vivió Jesús en aquel Viernes. Es también una oportunidad ideal para rezar el rosario de pésame en familia para consolar a la Santísima Madre. También es excelente oportunidad para enseñar a los más pequeños aquel gesto de nuestra espiritualidad cotidiana que es el persignarse.
Teniendo en cuenta los dolores de Cristo y de la Virgen, los niños podrán entender mejor el por qué de la abstinencia cuaresmal y de otros medios para acercarnos a Jesús crucificado, como lo son nuestros ayunos, limosnas y oraciones, de manera que ellos, el día de mañana, sean capaces de transmitir la riqueza de la fe a la siguiente generación.
Esta pandemia del COVID-19 no será eterna y, por la gracia de Dios, todo esto pasará, pero escuchemos la voz de Dios que nos pide estar en nuestros hogares y ayudar a los niños a entender mejor el tesoro de nuestra fe. De esta manera podremos prevenir una fractura mayor del tejido social y abonar a la formación de la futura generación de jóvenes. Dios nos invita a vivir esta Semana Santa en familia para que podamos hacer presente ahí la Gran Misión de la Misericordia. Compartamos con los niños el gran valor de la misericordia orando todos juntos a Dios para que se atenúen las consecuencias del coronavirus y por el eterno descanso de aquellos que no han podido sobrevivir la batalla contra esta enfermedad que nos acecha. Nuestro Señor Jesucristo, que con su sacratísima sangre ha limpiado el mundo del pecado y de la muerte, nos libre de la enfermedad y por su mano piadosa nos conduzca a una santa muerte.