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Monserrat M. Cuevas

La vocación es un llamado a la felicidad, a veces confundimos este término con lo profesional. La inquietud de servir al prójimo nace de una manera inexplicable, es misterioso el sentimiento.

Son pocos los elegidos (Mt. 22:14)

Juan Pablo Rodríguez Seminarista del Curso Introductorio Tapalpa (CIT) encontró su felicidad en el servicio a los demás, aunque el camino no es fácil. ‘Pooh’, así apodado con cariño por sus compañeros, dijo no estar arrepentido.

“A mí me operaron de mi rodilla, entonces tuve que dejar un año el Seminario, de hecho ese año fue cuando yo terminaba la preparatoria en el Seminario Menor. Los primeros meses antes de mi operación, estando ya afuera de aquí fueron muy padres, la vida de allá afuera te envuelve, crees que todo es así, pero ya después, con mi operación y las rehabilitaciones, te das cuenta que todo es superficial.

Tenía a mis amigos, allá en mi casa; inicié a trabajar, yo ya traía mi dinero y bien dicen que el dinero te envuelve, como ya traes dinero pues todo ‘es más fácil’ pero en ese momento te das cuenta que el dinero es una pantalla y no te da la felicidad, entonces ahí es donde pongo todo en manos de Dios y dejo que obre en mi”.

Semillero de Vocaciones

La familia juega un papel importante en la formación de los futuros sacerdotes, el apoyo, la constancia y las oraciones son el alimento espiritual de estos jóvenes.

“Juan Pablo ya estaba acá afuera, para mí era bueno, ya lo tenía más tiempo conmigo; de hecho yo le pague su examen a la universidad, aunque ya trabajaba. Yo quería que el ambicionara más, que se preparara; toda madre busca eso para sus hijos, días antes del examen, Juan Pablo me dijo: mamá me dijeron que ya podía regresar al Seminario y yo, yo sí quiero volver.

“Me dio mucha alegría, más, por todo lo que él había pasado, su operación y demás, pero al mismo tiempo me dio mucha tristeza, porque mi corazón debía de separarse de él otra vez, y si Dios así lo quiere, pues no queda más que aceptar con alegría este llamado. Él siempre contará con nuestro apoyo incondicional, siempre” señaló la señora Paula,mamá de Juan Pablo.

Más que amigos, hermanos

El Seminario no sólo se enfoca a la formación de Sacerdotes, también crea lazos de hermandad entre los jóvenes.

“Fue difícil volver, más porque mis amigos ya aventajaron un año, y otros, bueno, tomaron otros caminos. Mi primer reto era romper esa barrera del miedo, de no encajar con mis nuevos compañeros de aventuras, pero Dios siempre pone los medios y bueno, ahora tengo más amigos que considero como hermanos, hermanos en Cristo.

“Con mis amigos he vivido de todo, tristezas, angustias, alegrías, enojos, pero muy a pesar de eso tenemos un mismo objetivo: servir, ayudar a quienes más necesitan de nosotros, porque esa es la misión; lo señaló el señor Cardenal Francisco Robles Ortega, nos puso el ejemplo de San Pablo, servir; nos impusieron la sotana, no para ser más que los demás, sino para servir, y cada día reafirmo y confirmo que sí quiero ayudar”, señaló Juan Pablo.

Jóvenes de y para Cristo

El pasado 25 de enero, más de 60 seminaristas del Curso Introductorio de Tapalpa, recibieron de manos del Arzobispo de Guadalajara, Cardenal José Francisco Robles Ortega su sotana, símbolo de humildad y servicio al pueblo de Dios.

“Convertirnos a Cristo, seguir a Jesucristo en el servicio y en el amor de nuestros hermanos, implica una vida de entrega; no de un día, ni de dos, ni de unas horas, es una entrega de toda la vida, como lo hizo San Pablo, como lo hizo nuestro Señor Jesucristo, Él entregó toda su vida, al servicio de nuestra humanidad  y de nuestra salvación y así lo entendió Pablo y así lo  entendieron los apóstoles y así lo han entendido los santos.

“Queridos seminaristas, hoy van a recibir la sotana, signo que marca una nueva etapa en el seguimiento de Cristo, que marca para ustedes un paso en la conversión a Cristo; tengan en cuenta que son llamados a conocer a Cristo, amar a Cristo y servir a Cristo, pero a través de sus hermanos, en la comunidad, en la Iglesia, no en la idea, no en la imaginación, por hermosa que sea.

“Este paso que están dando, es para que ustedes reafirmen su seguimiento a Cristo, en el amor y en el servicio de los más necesitados, a todos, ¡sí!, pero especialmente a quienes más necesitan”.

“Queridos hermanos, vale la pena entregar la vida a Cristo, vale la pena estar al servicio de los hermanos”.

Cardenal José Francisco Robles Ortega



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