Pbro. José Marcos Castellón Pérez
La metáfora del nido para referirse al hogar es muy sugestiva porque supone cercanía, cuidado, calidez humana, amor; también se utiliza para sugerir la necesidad de que los hijos hagan su propia vida y “ahuequen el ala” o, frente al dolor de la partida, se aconseja: “déjalo que vuele”. Hoy se habla en sociología y psicología del síndrome del nido vacío, cuando los padres de familia experimentan una sensación de soledad, propia de un proceso de duelo, ante la partida de un hijo y el vacío que dejan en la casa.
La experiencia del “del nido vacío” puede ser también la de los agentes de pastoral, especialmente del presbítero, que ven que los feligreses están “ahuecando el ala”, pues se constata que en la mayoría de los templos católicos hay una progresiva disminución en la participación de la misa dominical y, en general, en la práctica de los sacramentos. Azorado, el presbítero preguntará: “¿Qué está pasando?” Y seguramente, hará un concienzudo examen para asegurarse que no ha sido él la causa de la desbandada; aunque así fuera, los cercanos lo consolarán diciéndole que es lo que pasa en el mundo, la juventud ya no se acerca, el clima, las vacaciones, etc. Aunque, a sus espaldas, comentarán que le falta dinamismo en sus homilías, que es demasiada lenta e inaudible su voz, que no tiene tacto para tratar a las personas… cosas que tendríamos que atender todos los presbíteros y procurar, en la medida de lo posible, preparar con mayor cuidado, menos celebraciones litúrgicas, recordando el ars celebrandi.
Pero también debemos hacer un serio examen de consciencia sobre qué tanto nuestras comunidades, desde la notaría parroquial, han sido un verdadero nido, es decir, un oasis de misericordia donde se reciba a todos con amabilidad, respeto, caridad, donde cada cristiano se pueda sentir “en casa”. Tal vez no se ha ido la gente, la hemos corrido con nuestras actitudes cerradas, burocráticas, mal educadas. En muchos agentes se comienza a palpar la sensación de derrotismo, especialmente en las comunidades otrora pujantes y que ahora, sin ninguna creatividad, se dedican a mantener lo de siempre. Hay sacerdotes jóvenes tentados a vivir prematuramente su jubilación.
Quizá no nos hemos percatado de que hay otras ofertas de trascendencia que ofrecen lo que las personas buscan, que no encontraron en la Iglesia, y están dando respuesta a la vida concreta de estas gentes que se nos han ido. Ciertamente, a estas ofertas las juzgamos de insuficientes, pero han convencido a muchos y debemos preguntarnos qué tienen de bueno y de noble, porque el Espíritu de Dios actúa donde quiere y como quiere. Podría haber muchísimas causas… pero mejor es acercarnos y preguntar con humildad, preguntar con la actitud de Jesús, el Buen Pastor, que no condena, sino que va en busca de la oveja perdida; preguntar con la capacidad de admirarnos con gratitud porque muchos que, por otros derroteros, pueden llamarse cristianos, amigos de Jesús, porque hacen la voluntad divina: amar de verdad.
3 comments
Una. Parte son los sacerdotes que tratan mal a las personas y otras los catolicos que no nos portamos bien y comprometidos respetando a los sacerdotes y sonsacandolos para q se porten mal y con nuestra actitud alejamos a las personas
Hola, parece que estás en mi comunidad…
buen dia.
la respuesta no esta solo en las personas. es la estructura de la iglesia atractiva a los ojos de las gentes? ofrece algo diferente e innovador para la vida diaria o es solo repetir lo mismo? las formas de religiosidad corresponden a nuestra cultura ordinaria? pretende la iglesia seguir “guiando” al mundo con metodos medievales?…Los obispos de hoy fueron formados hace 40 años por maestros formados hace 60 años y todos con idiosincracia del campo…como es esto posible hoy donde en todos lados hay internet, videojuegos, celulares y nadie ve tv?
que esten bien.
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