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PBRO. JOSÉ MARCOS CASTELLÓN PÉREZ

La sinodalidad, actitud eclesial tan necesaria en el contexto de una realidad pluricultural, es una expresión concreta y elocuente de la espiritualidad de comunión. La comunión con Dios y la comunión entre nosotros los seres humanos es la finalidad de la economía salvífica obrada por Jesucristo y se realiza por la acción gratuita del Espíritu vivificante que actúa en la acción pastoral de la Iglesia. La sinodalidad es la capacidad de escucha a todas las voces, sea dentro o fuera de la Iglesia, que nos ayudan a escuchar la voluntad del Dios que camina con nosotros haciendo historia de salvación.
Esto es muy importante resaltar: se trata de escuchar a Dios, escuchándonos entre nosotros, lo que la distingue de cualquier modelo democrático que busca consensos independientemente de la voluntad divina.

Dentro de la Iglesia, la sinodalidad, como vivencia de comunión entre los bautizados, se vive y opera en la participación corresponsable y ordenada de todos los miembros de la Iglesia en la misión a ella encomendada, conforme a los carismas, ministerios y servicios prestados al interno de la comunidad creyente, pero con una misión ad extra, en cuanto sacramento universal de salvación. De ahí que todos participan corresponsablemente, hay órganos o estructuras de representación y uno, el Papa en la Iglesia Universal o el Obispo en su diócesis, toma la última decisión como ejercicio de su ministerio jerárquico.

Fuera de la Iglesia, la sinodalidad tiene una triple vertiente: la sinergia en la búsqueda de la unidad y la paz por medio del ecumenismo y del diálogo interreligioso; la capacidad de comprender los anhelos

más profundos de las mujeres y los hombres de nuestro tiempo expresados en la cultura, para responder evangélicamente a sus esperanzas y acompañarlos en sus luchas y fatigas; el diálogo constructivo con todas las fuerzas sociales, sean gubernamentales o de la sociedad civil, en vistas a la edificación de una sociedad más justa y en paz. De este modo, nada hay verdaderamente humano que, como Iglesia, nos sea indiferente. Así se puede entender la participación de hombres y mujeres no católicos.

El Papa Francisco, en la celebración del quincuagésimo aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos, les decía a los participantes del Sínodo extraordinario del 2015: «El camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio»; de este modo, el Santo Padre ha puesto a la sinodalidad como eje transversal sobre el cual gira toda reflexión y toda acción pastoral, además de ser el tema del actual Sínodo de los Obispos.
En la experiencia sinodal de esta sesión 2023 de este Sínodo, dijo el Papa, el gran protagonista fue el Espíritu Santo que, a través de un silencio intermedio entre la toma de decisiones y una disposición de dejarse conducir por el que es la Verdad, se fueron discerniendo las propuestas, sin que se haya introducido nada extraño a la Tradición de la Iglesia.

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