Alejandra Lozano Saldaña
Por generaciones hemos escuchado la frase: “Entre mujeres nos tenemos que apoyar”, pero, ¿en cuántas ocasiones la llevamos a la acción?
Seguramente, existen mujeres que se alegran con el éxito de una amiga, de una hermana, incluso habrá mujeres que ayuden a caminar por el
éxito a otras, sin ningún interés. ¿Qué pasa cuando hablamos del tema laboral y afectivo? En ese momento, la mayoría de las veces se desata una
furia y una competencia que en ocasiones solo enfrenta una de ellas, y la otra ni se entera que es la razón del enojo.
Te invito a hacernos una pregunta: ¿Cuántas veces te sientes contenta por el éxito de una mujer? En tu entorno laboral, ¿admiras la perseverancia de alguna compañera?
Casi puedo asegurar que te quedaste pensando en silencio y te diste cuenta de que puedes querer a tu compañera de trabajo, siempre y cuando no
se interponga en tu camino al éxito o logre antes algo que buscabas.
Cambiemos la pregunta: ¿Cuántas mujeres te han ayudado en logros laborales?, ¿cuántas mujeres te han dicho “si yo pude, claro que tú también lo puedes alcanzar”? Quizá son pocas y no es sorpresa darnos cuenta de que no es un número alto de quienes son solidarias con su mismo género para crecer en el ámbito profesional. Nos cuesta trabajo reconocer que en cualquier empresa existirá una compañera que crezca más rápido que nosotras.
Sé que esto es muy trillado: hablar de solidaridad, empatía, complicidad, alianzas entre nosotras. Considero, y sin sonar pretenciosa, que
debemos hacerlo y más seguido; estoy segura de que con estos cuestionamientos y reflexiones, te arranqué una sonrisa involuntaria, porque es real esto de abrazarnos e impulsarnos entre mujeres.
Estamos a un paso del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. En estos días podremos leer cualquier cantidad de textos alusivos a la conmemoración de la fecha sobre igualdad, protección, apoyo, cuidados –sobre todo– y creernos entre nosotras mismas que podemos ser eso que soñamos, que nos va a costar el doble o el triple, y no es porque no
sabemos o no podemos, es porque somos diferentes y hay habilidades que no tenemos tan desarrolladas como las demás.
Lo importante es no burlarnos de quienes no saben, al contrario, ¿por qué no te propones orientarla sobre cómo hacer las cosas?, ¿por qué no te detienes a decirle ‘te explico, te ayudo’? Genera confianza en ella, la que alguna vez te hizo falta a ti. Este llamado no solo es por el día de la mujer, es el año entero. Conviértete en esa mujer que se alegre por el ascenso de tu compañera, sé la que festeja el matrimonio o la maternidad de tu amiga, tu hermana o prima; aunque para ti no sea una meta o ilusión, en ellas sí lo es, así que celébralo.
Al final del día, ellas, nosotras, sabemos de nuestras luchas y capacidades. Podemos dirigir una empresa y volver a casa para hacer tareas con nuestros hijos. Los actos de amor se traducen en acciones, en hijos, en pensamientos, en decisiones, en palabras que sumen y abonen a nuestras metas y objetivos.
Amémonos con nuestros defectos y deja de lado esas competencias absurdas, nadie puede quitarte lo que te pertenece, pero sí pueden destruir el trayecto. Hagamos costumbre elogiar el triunfo de las que están al lado… las mujeres.
RESPETAR DECISIONES
Respeta a esa mujer que antepuso ser mamá sobre su vida profesional, a la que eligió casarse y dedicarse a su familia, quien sale trabajar todos
los días porque es jefa de familia. Ellas no buscan jueces, ni tu aprobación, más bien comprensión a través de una mirada que les de impulso de continuar, porque para ninguna ha sido fácil, y no es queja, es forjar nuestro destino con los sueños, los nuestros, los que se escaparon por muchos años y los que van apareciendo.