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Particularmente en pandemia es importante cuidar la salud emocional y mental infantil.

Alejandra Lozano  

El 2020 puso un alto abrupto en la vida de todos, pero particularmente en la de los niños que tuvieron que dejar de lado su recreación fuera de la casa, la convivencia con sus amigos; tuvieron que convertir su casa en aula y buscar espacios de diversión dentro de la misma. También los menores vivieron pérdidas emocionales al ver fallecer a un ser querido o al ver la disolución matrimonial de sus papás, lo que los llevó, con su corta edad, a enfrentar un duelo, el cual puede acompañarse de otros trastornos como la depresión o ansiedad. La maestra Lesly Alejandra Orozco Partida, Licenciada en Educación, cuenta con un posgrado en terapia infantil con especialidad en juegos, actualmente está en formación académica para ser psicoterapeuta. Nos explicó la importancia de la salud emocional en la infancia y la responsabilidad de los padres en fomentarla. “Me di cuenta que existe mucha información de este ámbito para adultos y muy poca para los pequeños; a veces olvidamos lo importante que es la infancia y que esta etapa es el cimiento de toda la vida de los seres humanos”. “Para conocer, evaluar y propiciar (el desarrollo emocional) debemos tomar en cuenta indicadores de acuerdo a su edad y etapa evolutiva. Debemos tomar en cuenta su desarrollo físico y motriz, esto es, que los niños se muevan. También implica que aprendan habilidades sociales saludables al igual que el autoestima y el autoconcepto”.

MENSAJE ERRÓNEO

Lesly tiene diez años trabajando con niñas y niños mediante la educación y reconoce que se ha avanzado en la atención emocional en niños, pero no lo su­ – ciente, pues aún se tiene arraigada la creencia de que ‘un golpe a tiempo evita problemas mayores’, lo que genera todo lo contrario, “pues el mensaje que transmitimos con la violencia es que cualquiera puede violentarlo, o incluso que el niño o la niña también pueden violentar”, comentó. Desde que una niña o un niño nace, hasta los cinco años de edad, presenta el mayor número de cambios que en cualquier otra etapa de su vida, pues se comienzan a descubrir las emociones y qué las genera. A partir de los cinco años, sí podemos monitorear la conducta de los pequeños, dado que a su corta edad pueden presentar trastornos emocionales tales como: depresión, ansiedad, trastorno obsesivo-compulsivo, fobias, mutismo selectivo, negatividad desa­ ante. Hay que estar, pues, muy al pendiente de la salud emocional de nuestros niños.



Transtornos emocionales y mentales infantiles
Depresión

Es poco usual que se presente sola; por lo regular acompaña al proceso del duelo por una pérdida, ya sea física o afectiva.
 
Ansiedad
La ansiedad es un estado de agitación de nuestro cuerpo, donde el sentido de alerta está activo y puede afectar a los pequeños con sus actividades cotidianas. Podemos encontrar las siguientes variantes:
 
1: Ansiedad social  Es la manifestación de sentimientos negativos hacia las críticas, y evitan aparecer frente a los demás. Es importante señalar que esta ansiedad es normal entre los 3 y 4 años de edad, por la timidez de los niños.
 
2: Ansiedad por separación Como su nombre lo dice, es cuando el pequeño se separa de un ser querido. Es común encontrarla en niños que viven en casa un proceso de separación en sus padres, pues ellos son sus figuras de apego. Se manifiesta a través de problemas de sueño, ya que tienen miedo que al despertar su fi gura de apego no esté.
 
3: Ansiedad por fobias
Ésta puede ser a cualquier objeto, persona, animal, etc. Se define también como ansiedad por estímulo, ya que al encontrarse con el detonante, el niño experimenta sentimientos negativos y, por ende, trata de evitarlo a toda costa, provocando así una afectación a su vida diaria.

4: Ansiedad postraumática Se presenta cuando el niño vive un momento traumático y que revive a través de imágenes o asociaciones mentales a ese momento, lo que les causa un constante sentido de alerta. Por ejemplo, si al infante se le asusta con que se lo va llevar un extraño, se lo entregas y simulas irte, el niño generará un pánico a soltarte la mano en lugares o con personas que no conozca.

5: Ansiedad generalizada  Es una extrema preocupación por los seres vivos que los rodean, por lo que está pasando y lo que puede llegar a pasar.

Trastorno obsesivo – compulsivo (TOC):
Es una conducta repetitiva y recurrente, por
ejemplo el morderse las uñas.
Mutismo selectivo:
Es cuando los pequeños deciden con quién sí y
con quién no hablar, lo que limita sus habilidades sociales.
Negatividad desafiante:
Son quienes constantemente desafían la autoridad dentro y fuera de casa.

La terapeuta reconoce que en la mayoría de los casos, cuando un padre de familia recurre a una terapia para alguno de sus hijos, es porque ya no tiene el control de ellos y no saben cómo controlarlos dentro y fuera de casa.

También reconoce que la atención a los niños se incrementó durante la pandemia, pues ellos fueron los más afectados con el aislamiento obligatorio, ya que su proceso de descubrimiento constante se redujo al hogar y su socialización se transformó a un mundo virtual.

Actualmente sus pacientes recurren para atender duelos y ansiedad, en un rango de edad de 5 – 6 años y 10 – 11 años de edad, principalmente.

“El trabajo emocional comienza con nosotros, los que ahora somos adultos y crecimos con la cultura de esconder nuestras emociones. Los invito a vivir y no sobrevivir; merecemos una vida en equilibrio, pues las emociones son algo que nos acompaña desde que estamos en el vientre materno hasta nuestro último día en el plano terrenal, y de esta manera ofrecer una calidad emocional a todos los niños que nos rodean”, Maestra Lesly Alejandra Orozco Partida.

Señales de alerta

Cuando hablamos de niños introvertidos y extrovertidos, nos referimos a la personalidad y   temperamento; esto no quiere decir que las emociones controlan esto al cien por ciento, pero sí debemos estar pendientes de los cambios conductuales que manifiesten, pues a veces un niño abusado que es introvertido puede cambiar abruptamente su conducta sin una aparente razón. Esto significa que puede convertirse en un niño extrovertido, y viceversa, por lo que se nos invita a cuidar y estar pendientes de los cambios de los menores.

La importancia de permitirles llorar

Una manera de manifestar nuestros sentimientos de dolor o enojo es a través del llanto, el cual, tristemente la sociedad lo ha reprimido e incluso desvirtuado; en el ámbito femenino, se cree que una mujer llora como una manera de “chantaje”, y en el aspecto masculino, se piensa que un hombre que llora es símbolo de “debilidad”. Ambos conceptos están equivocados, pues como padres de familia tenemos la responsabilidad de enseñar a nuestros hijos a detectar sus emociones, reconocer que el llanto es una forma de expresar lo que se está sintiendo, y no sinónimo de debilidad, ni la manera de obtener algo.

“Esto es un punto crucial; lamentablemente, aún encontramos la crianza que dice que el varón no tiene permitido llorar, y por otro lado que la mujer, recurriendo al llanto, puede obtener mucho más”, puntualizó la terapeuta.

Al limitar la expresión de las emociones, el infante puede externarlas a través de la violencia o somatizarlas de manera física, por ejemplo, mediante un dolor de cabeza.

@arquimedios_gdl

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