Sergio Padilla Moreno
El 13 de octubre se cumplieron 49 años del accidente aéreo en un inaccesible paraje de la cordillera de los Andes, que afectó a un equipo uruguayo de rugby que viajaba hacia Chile. Una vez que la historia dio la vuelta al mundo, se conoció la odisea que tuvieron que pasar los 16 sobrevivientes a lo largo de 72 días, pero que contrastó con la lamentable tragedia que costó la vida de 29 personas.
La vista a la distancia
En 2012, el ahora arquitecto Eduardo Strauch, uno de los sobrevivientes, publicó el libro Desde el silencio. Cuarenta años después, donde comparte, a partir de la perspectiva que da el tiempo, sus recuerdos y reflexiones de aquellos hechos. Los temas que trata son de lo más variado, porque lo que vivió esos y posteriores días le permitió pensar profundamente cuestiones como el sentido de la vida, la muerte, la fuerza del amor y de la amistad, la solidaridad, el tiempo, así como reflexiones y preguntas sobre la trascendencia.
Una de las experiencias más fuertes y significativas, que lo marcaron hondamente, fue el silencio y la grandiosidad de la naturaleza: “Una de las primeras noches de espera y de desamparo, no pude evitar detenerme por uno segundos ante la belleza del firmamento que brillaba con tantas estrellas que yo no había visto jamás. Reconocí constelaciones que algunas noches tímidamente asoman en los retazos de cielo difuso que la ciudad nos permite vislumbrar. Ahora las veía resplandecer en toda su gloria como infinitos puntos luminosos marcando la profundidad del cielo sobre el que se recortaba la silueta de la montaña”.
Dios, afuera y adentro
En otro momento refiere, en lo que podría ser una clara referencia al Salmo 19: “Aspiré ese aire incontaminado y me sentí unido a la naturaleza con una intensidad desconocida. Siempre me había considerado parte de ella, pero en ese momento experimenté toda su potencia y su infinitud. Mi espíritu se expandía en una realidad sin límites y volvía a mí enriquecido con un conocimiento que no era intelectual. No solo me sentí parte del universo, sino que me parecía poder abarcarlo y vivir su plenitud en cada respiración. Ya no buscaba a Dios como una identidad separada de mí mismo. Dios estaba allí, en mi propio interior, en esa mente infinita que lo contenía todo.” Se ratifica lo que enseñó el jesuita Franz Jalics: “El gran maestro de la contemplación -que siempre es un acto desinteresado- es la naturaleza”.
La experiencia de la contemplación
No podemos olvidar que estas profundas experiencias de talante contemplativo se dan en medio de la incertidumbre, el profundo dolor por los amigos y algunos familiares que fueron muriendo frente a sus ojos y en momentos donde la esperanza de ser rescatados parecía derrumbarse. La experiencia de estos sobrevivientes de los Andes contiene una gran enseñanza para nuestros tiempos, de cara a lo que hemos vivido en estos complejos meses de pandemia, pues en medio de la más difícil experiencia, la Vida en las vidas termina por manifestarse y sostenernos.
El autor es académico del ITESO, Universidad Jesuita de Guadalajara – padilla@iteso.mx
Para ver
Eduardo Strauch: cómo sobrevivió accidente aéreo Andes 1972https://www.youtube.com/watch?v=-QqADFgmRkk