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De nuevo la Nakba, una vez más la catástrofe. ¿Cuántas veces hemos leído o escuchado que hay conflictos bélicos entre palestinos e israelíes? Quienes ya rebasamos los 60 años podemos recordar con facilidad las guerras de Independencia, de Suez, de los 6 Días, de Yom Kippur. Pero han sido tantos los desencuentros que la historia nos relata, como las Masacres de Ein al Zeitun, de Safsaf, de Eilabun, de al-Dawayima, de Hula (Líbano), ya lejanas, pero no olvidadas. Y ¿qué decir de las más recientes?
Una gran mayoría de personas, no sabe el por qué de estas batallas entre vecinos. De lo que estamos seguros es que siempre el número de muertos y heridos es grande, parece que ahora lo es más.
Tradicionalmente se han identificado cuatro escollos principales para la resolución del conflicto: el establecimiento de fronteras seguras y definidas, el control de Jerusalén, los asentamientos israelíes y el derecho de retorno de los refugiados palestinos, a los que deben sumarse otras claves como el reconocimiento mutuo, los derechos del agua, los asesinatos de civiles palestinos (incluidos niños y mujeres), el terrorismo palestino, la libertad de movimiento palestino, la seguridad israelí y otros problemas de derechos humanos. La violencia resultante del conflicto ha llevado a diversas posturas internacionales en torno a los sucesos.
Se han hecho múltiples intentos para negociar una solución de dos Estados, lo que implicaría la creación de un Estado de Palestina independiente junto al Estado de Israel, concebido en su origen como un Estado judío.
Dentro de las sociedades israelí y palestina, el conflicto genera una gran variedad de puntos de vista y opiniones. Esto pone de relieve las profundas divisiones que existen no sólo entre israelíes y palestinos, sino también dentro de cada sociedad.

Un sello distintivo del conflicto ha sido el nivel de violencia que lo ha protagonizado durante casi todos sus acontecimientos. Ha habido enfrentamientos entre ejércitos regulares, grupos paramilitares, células terroristas y ciudadanos independientes.

Estos enfrentamientos no se han limitado estrictamente al campo militar y han causado un gran número de víctimas mortales en la población civil de ambas partes. Ambas colectividades, judíos israelíes y palestinos, se auto-reivindican como descendientes de dos pueblos antiguos que habitaron la región, los hebreos y los filisteos, y utilizan esa reivindicación como fundamentación histórica para reclamar como propio el territorio.
El pasado domingo, 8 de octubre, el Papa Francisco, al enterarse de los últimos ataques en aquellas tierras, ha dicho al término del rezo del Ángelus:

“El terrorismo y la guerra no resolverán ningún problema, sino que sólo traerán más sufrimiento y muerte a personas inocentes. Sigo con aprensión y dolor lo que está sucediendo en Israel. Expreso mi solidaridad con los familiares de las víctimas y rezo por todos los que están viviendo horas de terror y angustia”.

¡Que haya paz en Israel y Palestina! Lo menos que podemos hacer desde nuestra Guadalajara y Jalisco es unirnos en oración con el Papa, por esa intención, pero… mucho tenemos que trabajar desde nuestros hogares para que el respeto y tolerancia a los demás empiece en casa.
En las escuelas y lugares de formación no se debe descuidar todo ello.
Valorar a cualquier persona, tenderle la mano al necesitado y sembrar, aquí y allá; a tiempo y destiempo, semillas de paz, para que éstas, a su tiempo, florezcan en todos nuestros ambientes.
¡Qué haya paz en cada hogar de México! ¡Qué haya seguridad en cualquier camino y carretera de nuestra patria!

@arquimedios_gdl

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Papa Francisco

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