Luis Sánchez
En las últimas semanas, a través de los medios masivos de comunicación, fuimos testigos del resurgimiento de un conflicto bélico en medio oriente, que aunque llevaba ya décadas en una especie de “guerra de baja intensidad”, todo parece indicar que ha escalado a un punto de no retorno, dada la historia e inflexión de ambas partes.
El pasado 7 de octubre se registró el mayor ataque por parte del grupo paramilitar Hamás al sector Israelí, lo que dio pie a una respuesta militar por parte de este último, a través de bombardeos y ataques armados sobre el territorio de Gaza.
Hasta el martes pasado las cifras arrojan más de 3,000 fallecidos, más de 12,500 heridos y cientos de miles de desplazados; por su parte, el Ministerio de Sanidad Israelí, reporta 1,400 fallecidos y 4,229 heridos.
Martin Griffiths, secretario de las Naciones Unidas advirtió que esta semana sería una prueba para la humanidad, tomando en consideración que Israel, de momento, se niega a permitir que ingrese comida, agua, combustible o medicamentos. “(…) El sistema de salud en Gaza y su red hospitalaria están colapsando bajo nuestra mirada”.
Hoy podemos afirmar que la humanidad está fallando a esa prueba; inclusive en los escenarios más crudos, hay quienes afirman que existen reglas humanitarias, y que, hasta las mismas guerras tienen las suyas: los civiles, hospitales, escuelas, clínicas no pueden ser un objetivo de ataques, cuestión que Israel ha decidido pasar por alto, al ordenar a la población palestina el desalojo del norte del territorio en un plazo no mayor a 24 horas.
Dentro del punto anterior, hay una cuestión que en lo personal me parece inhumana: las órdenes incluyen desalojar los hospitales, convirtiéndose en una sentencia de muerte para enfermos y heridos que irremediablemente requieren atención inmediata, empeorando la ya grave crisis humanitaria y de salud pública que se vive en la que algunos llaman la cárcel más grande del mundo.
Hablamos de vidas en juego, de gente frágil y críticamente enferma.
Una opción, que sigue en el tintero, es el paso de Rafah, vía de acceso y salida de la Franja de Gaza no controlada por Israel; a través de ese camino varios países buscan sacar a sus nacionales que se encuentran
sitiados y abastecer de lo necesario a la población; sin embargo, Egipto no permite la apertura de este paso para las personas, sino hasta que Israel garantice el ingreso de la ayuda humanitaria, debido a que temen una masiva migración de refugiados palestinos hacia su territorio, sin que existan las condiciones económicas y sociales, para poder brindarles atención.
El conflicto en el territorio de Gaza y sus fronteras ha puesto a la comunidad internacional en puntos de oposición encontrados. Por un lado, quienes históricamente han apoyado al pueblo judío, condenan los atentados de Hamás y aplauden la ofensiva de Israel sobre el grupo terrorista, dejando de lado la vida de miles de palestinos inocentes que están en medio del conflicto y que no pertenecen a dicha facción paramilitar.
Por otro lado, están quienes apoyan la causa de Palestina y condenan los ataques de Israel, ya que consideran que, bajo el argumento del ataque de Hamás, están aprovechando para desplegar todo su poder militar y adueñarse del territorio palestino.
La situación se empieza a tornar insostenible con el paso de las horas y días. Estamos presenciando, tras lo mencionado anteriormente, la falta de tolerancia así como de intenciones para encontrar soluciones a un conflicto que, con el paso de los años, sólo aumenta la tensión. Por más que uno busque plasmarlo, es imposible representar el sufrimiento de la población atrapada hoy en esta guerra; sin embargo, es inevitable pasar por alto y reflexionar lo que la falta de tolerancia e intereses pueden llegar a causar.
Gaza nos queda a miles de kilómetros de distancia, pero las injusticias, el dolor, el sufrimiento y la indiferencia, son acciones que observamos todos los días en nuestra cotidianidad, y justo ahí es donde podemos actuar: ¿Qué hacemos con aquellas personas que piensan distinto a nosotros? ¿Cómo reaccionamos ante situaciones donde se comenten abusos hacia los más vulnerables? ¿Perdonamos a quien nos ha lastimado y sabemos pedir perdón cuando cometemos un error?
Esas son nuestras pruebas…