“Hay que iniciar este año nuevo con la actitud del asombro,
porque la vida es un don que siempre nos ofrece
la posibilidad de empezar de nuevo”.
Papa Francisco (Misa 1 de enero, 2020)
Fernando Díaz de Sandi Mora
Apenas hace unos días arrancamos la última página del calendario para estrenar uno nuevo. Tan sólo hace un par de semanas comíamos uvas mientras pensábamos en deseos, nos abrazamos y brindamos con la esperanza de un nuevo ciclo vital lleno de satisfacciones, éxito, logros, sueños y metas cumplidas. Algunos propósitos en el papel o en la mente, buscan impacientes una nueva oportunidad de realización con la esperanza de que este año “sea el bueno”.
Considero oportuno reflexionar de manera precisa y directa sobre el potencial real que nos ofrece esta nueva vuelta al sol recién iniciada. Para empezar, debes reconocer que el color de ningún calzón te va a asegurar riquezas o compañía, así como tampoco las maletas en la puerta te garantizan futuros viajes. De nada sirve lo que te cuelgues, untes o embarres para acceder a tus sueños guajiros de cada año si de por medio no hay tres elementos fundamentales para tener esa vida posible, esa vida soñada.
Lo primero es la gratitud. El que agradece todo, poco necesita, poco ansía, y va viviendo en el presente, sin angustias, sin estrés, todo le es suficiente.
En segundo lugar, la voluntad, el deseo real, firme y sustentado en un objetivo altamente beneficioso para sí mismo o los demás. El único “amarre” que nos asegura una relación amorosa llena de armonía y plenitud es el respeto, la comunicación, la tolerancia. No hay atajos para la vida que merecemos, implica trabajo, constancia, disciplina.
Esto nos lleva al tercer elemento: la fe. Creer que eso que anhelamos en verdad llegará a nosotros porque nos es conveniente, provechoso; saber que Dios nos dará todo aquello que en verdad nos impulse a una vida llena de gracia, de servicio, de bienestar integral. Creer supone esperar, ser pacientes, agradecer la oportunidad de soñar, de visualizar y proyectar nuestros anhelos para trabajar por ellos y sabiendo que serán una realidad en nuestra vida en el tiempo y forma en que la voluntad y providencia divina lo consideren oportuno, no antes ni después.
Así que dejémonos de cosas, si queremos asegurarnos un magnífico año, vamos comenzando bien, poniendo atención a las necesidades reales de nuestra vida, lo que nos exige nuestro momento actual en familia, en el trabajo, en lo social. “A Dios rogando y con el mazo dando”. Hay que trabajar cada día por aquello que deseamos, mejorarnos, dejar de lado nuestras costumbres rancias y renunciar a los atajitos y los remedios instantáneos para evitarnos la fatiga.
Dale duro, sueña en grande, pero piensa que sólo de la mano de Dios, con esmero y constancia, lograremos alcanzar nuestro más alto bien. Así sea.
Si queremos asegurarnos un magnífico año, vamos comenzando bien, poniendo atención a las necesidades reales de nuestra vida, lo que nos exige nuestro momento actual en familia, en el trabajo, en lo social.
Facebook/ Fernando D’Sandi