


PBRO. ADRIÁN RAMOS RUELAS
La escena de la Transfiguración del Señor en la cual los discípulos Pedro, Santiago y Juan contemplaron a Jesús, junto con Moisés y Elías, ha sido fuente de inspiración para los cristianos y santos contemplativos.
Entendemos por “contemplativos” a aquellos que se han acostumbrado a tener contacto con Dios con las mediaciones que propone la vida espiritual: oración, Sagrada Escritura, sacramentos, liturgia, de manera profunda y fructuosa.
El objeto de la contemplación para los cristianos es un sujeto: Dios mismo, la Trinidad Santa, y más concretamente la persona de Jesús.
Algunos padres griegos: Clemente de Alejandría, Orígenes y Gregorio de Nisa, le han asignado una posición de primer plano a la contemplación.
En la época medieval destacan San Bernardo de Claraval, los fundadores de las órdenes mendicantes: San Francisco de Asís y Santo Domingo de Guzmán, secundados por dos grandes doctores contemplativos: San Buenaventura, de la escuela franciscana, y Santo Tomás de Aquino, de la escuela dominica.
Es en esta época en que la adoración a la Santísima Eucaristía se convierte en fuente de oración contemplativa al promoverse la procesión y la adoración a la Hostia Consagrada en el Sagrario y la Custodia.
Las mujeres también alcanzan niveles insospechados en la contemplación. Destacan Santa Catalina de Siena y Santa Brígida de Suecia, contemplativas de la Pasión del Señor.
La Devotio Moderna, difundida en un pueblo cristiano poco instruido, hace volver la mirada a la persona de Jesús en busca de su imitación.
En la época del Renacimiento figura San Ignacio de Loyola que propone la contemplación en los Ejercicios Espirituales.
La escuela carmelita, en el siglo XVI, llamado el “Siglo de Oro Español”, catapultó la experiencia de la contemplación a su máximo esplendor. Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz nos dejaron obras magistrales en esta materia en sus tratados y experiencias recogidas en sus clásicos escritos.
La devoción al Sagrado Corazón de Jesús aparece con fuerza en la espiritualidad francesa. Destaca Santa Margarita María Alacoque.
En la época moderna y contemporánea continúa la práctica de la contemplación con la tradición monástica de la lectio divina. Destaca el francés San Carlos de Foucauld.
¿Qué es la lectio divina? Es el ejercicio que tiene como centro la Sagrada Escritura como alimento de vida espiritual. Se practica normalmente siguiendo estos cuatro pasos: 1. La lectura atenta de la Palabra; 2. La meditación; 3. La oración; 4. La contemplación. Como vemos, todos podemos hacer experiencia de contemplación y, con ella, llegar a la perfección en el amor con el trato diario e íntimo con el Señor.
Enseñanzas
- La contemplación nos permite concentrarnos en el Misterio de fe que escapa a nuestra mirada.
- Aunque es fatigosa la vida espiritual cuando se inicia, con la práctica se vuelve más sencillo y placentera, a la vez que fructuosa.
- Están a nuestro alcance las mediaciones que nos permiten ser contemplativos: la Sagrada Escritura, la oración, la vida litúrgica, los sacramentos.