Pbro. José Horacio Toscano González
Dimensión Familia
El Movimiento Matrimonios Misioneros del Amor y de la Pureza del Corazón de Jesús consciente del caminar de nuestra Iglesia y del proceso de Pastoral de nuestra Diócesis, suma esfuerzos para que las familias descubran que, en este mundo, no podemos andar solos, no debemos ser peregrinos individualistas, porque el pecado está al acecho como león rugiente para devorarnos y separarnos del camino (Jesús) que nos lleva al Padre. Se reconoce que hoy en día, familias completas encuentran muchos obstáculos para la solución a los problemas de violencia, infidelidad, vicios, antivalores, desintegración familiar, divorcios y apatía a Dios, que no solo afectan a la sociedad misma sino también a quien es su célula vital: la familia.
Frente a estas sombras, pero sobre todo con la esperanza puesta en Jesús, reconocemos que ÉL es el Camino de Dios hacia el hombre y de estos hacia Dios el cual nos llevara a descubrir, que solo a través de él y en él encontraremos la manera más correcta de andar el camino de esperanza, paz y vida nueva. No podemos dejar de dar testimonio que caminando con Jesús y su madre Santísima nuestra vida y nuestra misión podrán dar el fruto que Dios nos pide: la Sinodalidad, es decir, caminar juntos en la construcción del Reino de Dios.
“QUIERO CAMINAR CONTIGO MARÍA”
La Iglesia de una manera especial proclama y anima a que las familias, a que todo bautizado reconozca que la manera más acertada de caminar con Jesús es al lado de Nuestra Madre Santísima la Virgen María, ya que ella fue la primera que camino con él desde su concepción hasta su resurrección, “Ella, como humilde sierva, escuchó tu palabra y la conservó en su corazón; admirablemente unida al misterio de la redención, perseveró con los apóstoles en la plegaria, mientras esperaban al Espíritu Santo, y ahora brilla en nuestro camino como signo de consuelo y de firme esperanza”. Solo ella podrá enseñarnos la fortaleza necesaria para caminar con Jesús el camino de Gozo, Luz, Pasión y Glorificación que nos lleve a la vida eterna.
¡JESÚS CAMINA CONTIGO, Y NO LO RECONOCES!
En la historia del Pueblo de Dios, hay “buenos momentos que dan alegría”, y también momentos malos “de dolor, de martirio, de pecado” Y sea en los momentos malos, como en los buenos tiempos, una cosa es siempre la misma: ¡el Señor está allí, nunca abandona a su pueblo! Porque el Señor, aquel día del pecado, del primer pecado, ha tomado una decisión, hizo una elección: hacer historia con su pueblo. Y Dios, que no tiene historia, porque es eterno, ha querido hacer historia, caminar cerca de su pueblo. Pero más aún: convertirse en uno de nosotros, y como uno de nosotros, caminar con nosotros, en Jesús. Y esto nos habla de la humildad de Dios. Por eso toda persona, matrimonio o familia nos demos cuenta de que día a día, Jesús camina con nosotros y nunca, “aunque nuestro estilo de vida, la tecnología, la falta de practica de valores, nuestra indiferencia a Dios, y nuestra apatía al conocimiento de nuestra iglesia”, nos lleva a la perdida de esa sensibilidad que nos hace maravillarnos de lo extraordinario de caminar con Jesús, aun así, Él nunca nos deja solos en su camino, y menos en nuestra misión como pueblo de Dios.
YO SOY EL CAMINO LA VERDAD Y LA VIDA
Que todaslas personas acepten que solo tenemos un camino (Jesús) que nos lleva a la verdad y a la vida eterna. Pero nosotros buscamos atajos, senderos o rutas que no son las indicadas y estas siempre nos apartaran de la hermosura y gracia de Dios que es el verdadero camino. Que las familias veamos la realidad del camino que hasta hoy hemos recorrido a nuestra manera y valoremos la gran diferencia de aceptar a Jesús como nuestro único camino. Por tanto, como Iglesia que “Es católica porque es universal, es decir, tiene la misión de anunciar la Buena Noticia del amor de Dios hasta los confines del mundo, enseñando todo lo necesario para la salvación. No olvidar nuestro compromiso como Iglesia apostólica, es decir, misionera. “La Iglesia, universal y misionera, cuenta con la asistencia del Espíritu Santo, que continuamente la hace salir de sí misma al encuentro de los hermanos y hablar las lenguas del mundo entero para comunicar a todos la alegría del Señor Resucitado.” “como miembros de la Iglesia, también nosotros participamos de su misión: somos responsables de la salvación de todos los hombres, y, por tanto, no podemos permanecer indiferentes o ajenos a la suerte de nuestros hermanos; además, el Espíritu Santo también actúa en nosotros para que no nos cerremos en posiciones unilaterales y procuremos siempre el entendimiento, la armonía, la “sinfonía” en la vida cristiana”.