Con pocas palabras y yendo más allá de la estricta “justicia” contenida en la conocida «ley del talión» Jesús proclama la superación de la natural y muy comprensible inclinación a la venganza. Esta ha sido una actitud practicada y justificada por el ser humano a lo largo de los siglos.
"En la Iglesia tenemos urgente necesidad de una comunicación que inflame los corazones, sea bálsamo en las heridas e ilumine el camino de nuestros hermanos y hermanas"